El fusil automático mexicano
La táctica moderna, que con tanto éxito se inició en la guerra de los Boers, obliga a buscar fusiles no sólo de largo alcance, sino de tiro rápido. El máuser no forma, sin embargo, el desideratum porque la frecuencia de su tiro se encuentra limitada por la necesidad que tiene el soldado de manejar el cerrojo a cada disparo. Se ha buscado, pues, cómo reemplazarlo por un rifle que dispare automáticamente: es decir, que continúe el mismo fusil a cargarse, disparar y eliminar los casquillos inutilizados, de tal manera que el soldado no tenga sino que preocuparse de abastecer la cámara de municiones y de dirigir la puntería.
El fusil automático que se desea debe ser liviano, muy estable y sobre todo barato; de tal manera que se pueda armar con él a todos los hombres de un ejército, y lo más indicado resulta así encontrar un sistema que permita a poco costo modificar las armas existentes, dándoles las cualidades requeridas.
Los Estados Unidos Mexicanos han dado el gran paso adoptando para todo su ejército un fusil automático que reúne las dos cualidades de poder ser maniobrado como arma moderna de repetición o como arma automática. Esta disposición tiene la ventaja de permitir al comando de arreglar la intensidad del tiro y de hacer ejecutar a voluntad disparos solos, tiro de repetición o tiro automático.
La iniciativa de esta gran reforma, que la República Mexicana es la primera en convertir en realidad, se debe a su venerable Presidente, el general D. Porfirio Díaz. En abril de 1908, se comenzó la construcción industrial del arma, o mejor, la transformación del fusil mexicano de repetición en automático.
El general Porfirio Díaz
El fusil mexicano es un máuser de 7 mm., llamado máuser español, el mismo con que lucharon los Boers y que ha sido adoptado por casi todos los países hispanoamericanos. Tira un cartucho que imprime a la bala una velocidad inicial de 710 m., pesa 4 kg. 120 y puede dar 60 tiros por minuto sin que el arma se ensucie, pues el pistón, con su movimiento de ida y vuelta, limpia y lubrifica el interior del tubo donde se mueve y porque las piezas de disparo tienen juego muy libre. Además, este fusil es muy robusto y se ha podido ejecutar con él tiros muy prolongados sin que el mecanismo haya cesado un solo instante de funcionar con perfecta regularidad.
Reconociendo ya que "hay que armarse", podemos suplir nuestra relativa deficiencia numérica por la excelencia de arma.
Ilustración Peruana, 3 de marzo de 1910, pp. 109-10
Dos de los revolucionarios que usaron el fusil automático mexicano:
Emiliano Zapata ----- Pancho Villa